lunes, 2 de marzo de 2015

La gota de agua

Recordad, ¡vosotros hacéis los dibujos de esta historia! (Solo para 4ºD)

Había una vez una minúscula gota de agua que mantenida en el aire en una hermosa nube blanca observaba a lo lejos el azul del océano.

Solía soñar con estar ahí abajo, imaginando lo que sería formar parte de aquello tan hermoso y azul.

Una tarde de un día de otoño, la bonita nube blanca empezó a tornarse de color gris. Una corriente de aire frío hizo crecer a la gotita, convirtiéndola en una brillante y cristalina gota de agua.

De pronto todo tembló, y el cielo se iluminó. El sonido atronador que inundó el todo el paisaje y la intensa luz azulada sobresaltaron a la gota de agua.

- ¿Qué sucede? - se preguntó asustada. Sintió que se movía, ¡estaba cayendo!. Unos instantes después la caída cesó, y la gota entró en contacto con algo suave. Sintió como se mecía arriba y abajo mientras se recomponía algo aturdida. La gota de agua estaba sobre la hoja de una caña; había ido a parar al verde cañaveral en la ribera del río.

Miró a su alrededor, y vio un pequeño gusanito refugiado debajo de una de las hojas de la caña.

- Hola. - saludó la gota de agua al gusanito - ¿cómo estás?

El gusanito estaba distraído mientras se acomodaba a lo largo del corazón de la hoja. Cuando encontró un buen lugar en que se sentía tranquilo, giró la cabeza clavó su mirada en la pequeña gota de agua que parecía un diamante sobre la hoja vecina; no dijo nada, solo la miraba. Claro, el gusano no pudo escuchar a la gota con la tormenta. El gusanito se enroscó tranquilamente y cerró los ojos decidido a echarse una siesta mientras la lluvia caía.

La gota de agua miraba al gusano ensimismada, tenía un color verde esmeralda precioso, con unos anillos negros a lo largo de su cuerpo que le daban un aire de aristocracia. La gota sonreía al ver como el gusanito se quedaba dormido. De pronto, comenzó a resbalarse de nuevo. -¡Oh, oh! - pensó ¡Me pregunto a dónde iré a parar ahora!

- ¡Yupiiiii! -  gritó la gota mientras caía de la hoja.

"Cuac cuac cuac". Un pato silvestre nadaba por el río en busca refugio. Al momento encontró un cañizal, pero las cañas estaban demasiado juntas y su rechoncho cuerpecito no cabía entre ellas, así que pensó que seguiría nadando río abajo, no le importaba mojarse un poco, pues sus plumas le protegían del agua.

¿Dónde está nuestra amiga la gota de agua? te preguntarás. ¡Se encontraba navegando río abajo a lomos del hermoso pato!. Situada en la punta de una de las plumas de sus alas disfrutaba del paisaje que les rodeaba.

Sin casi darse cuenta, llegaron a una zona del río en la que sobresalían algunas rocas. Sobre éstas había un pequeño grupo de ranas que disfrutaban alegres de una refrescante ducha.

- ¡Hola, amigas! - les gritó la gota de agua mientras su imponente barca de plumas de colores continuaba río abajo.

De repente, la lluvia cesó y al momento un pequeño rayo de sol se escapó de entre las nubes. La gota parecía un diamante, brillante, preciosa, con ligeros destellos de colores. Era algo digno de ver, una esfera realmente hermosa, que junto a otras gotas de agua iguales que ella llenaban el plumaje del pato tal cual piedras preciosas. El lindo pato parecía recién salido de un cuento de hadas.

La gota levantó la mirada. - ¡Oh! - exclamó maravillada - ¿Qué es eso tan increíblemente bello ?- Un camino de colores surcaba el cielo de un lado a otro del río. ¡Era el arcoiris ! La gota se quedó extasiada mirando el precioso espectáculo de colores y, sin darse cuenta, el pato se detuvo. Éste estiró su cuello, y sin previo aviso comenzó a alborotar sus plumas girando su cuerpo como un molinete. ¡La gota de agua salió disparada! - ¡Aaah!- gritó sobresaltada por este inesperado viaje por el aire.

"Cloc ", con este sonido aterrizó sobre un viejo tronco de madera que flotaba en el agua, - Estaba más cómoda en la pluma - pensó.

El tronco era parte de la rama caída de un inmenso chopo que crecía en la ribera del río. Parecía un submarino - Soy el capitán - dijo la gota - ¡Todo a babor! - gritó divertida.

El tronco siguió su camino río abajo mientras la gota de agua disfrutaba del paisaje y el sol asomaba cada vez más. En su viaje la gota avistó un grupo de majestuosos cisnes, vio divertida un grupo de ranas saltando al agua como si fueran saltadores de trampolín, sonrió viendo una fila de pequeños patitos siguiendo a su mamá, y se sorprendió viendo a dos niños con chubasquero jugando en la orilla del río. 

La pequeña gota de agua comenzó a sentirse extraña, se notaba caliente, no sabía que le pasaba. El sol estaba calentándola cada vez más y si seguía así mucho por tiempo terminaría ascendiendo de nuevo al cielo convertida en vapor.

De pronto, el tronco comenzó a ir un poco más deprisa, cayendo por un pequeño desnivel donde la corriente lo arrastraba a mayor velocidad. Tras un pequeño y divertido rafting, volvió la calma y el tronco flotó tranquilo y sereno.

Tras unos momentos la gota de agua se dio cuenta de donde se encontraba ¡El océano! Ante ella se extendía aquella vasta extensión de agua, interminable, azul, brillante bajo los rayos del sol, impresionante - ¡Guauuuu! - exclamó -¡Qué maravilla! - La gotita estaba impresionada. En ese momento, pensó que debía hacer algo para caer al mar.

Una gaviota sobrevolaba el tronco. Al momento, la gota de agua vio como la gaviota descendía directa hacia ella, y antes de que pudiera reaccionar, la gaviota se posó en el tronco.

La gota de agua no sabía que estaba sucediendo. Se sentía inmensamente grande, poderosa, una sensación casi indescriptible. Cuando la gaviota posó su cuerpo en el tronco, éste se había hundido levemente en el agua, haciendo que la pequeña gota se fundiera con la inmensidad del agua del mar.

Aquello que había anhelado un día se había hecho realidad. Ahora la pequeña gota de agua formaba parte de la inmensidad del mar azul.

          Dibujo de Marta Reiter Hernández           

  Dibujo de Rebecca Monsó Guehring


Dibujo de Jimena Martín Alvarado
         

Dibujo de Yi Yin Zhou

           
Dibujo de Pablo Salvador